Con miedo

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Si he tenido un incondicional compañero de viaje en esta vida, no ha sido un familiar ni un amigo, sino el miedo. Por circunstancias que no vienen al caso, él ha estado conmigo desde el principio, soy una persona miedosa. En ocasiones he sufrido sin medida por ser muy cobarde y en otras he sentido la satisfacción de ser valiente, en ocasiones me ha sido muy útil para escapar de peligros reales y en otras, he bajado de la vida para esconderme de amenazas y fantasmas imaginarios. Hoy quiero hablaros de él:

El miedo es una emoción básica que está con nosotros desde que el hombre es hombre y cuya función principal es mantenerte a salvo advirtiéndote de cualquier peligro, en plan: «Ahí hay un león, escóndete.», » Vienen los de la otra tribu armados hasta los dientes, huye o pelea.» y cosas así. Sin el miedo, el ser humano no habría durado ni dos días, así que empecemos por agradecer su existencia y su función.

Ahora agarra el ratón del ordenador y adelanta el video de la historia humana unos 100.000 años hasta el autodenominado primer mundo de hoy; nos encontramos en cualquier casa de cualquier ciudad. Fíjate con atención, aquí no hay leones, lobos ni serpientes, lo más parecido a una tribu rival es el vecino que te roba el WIFI y estás a salvo y protegido de los elementos.  En vez de salir a cazar llamas a Telepizza y si asoma algún resquicio de burda humanidad como un dolor de muelas, el olor a sudor o un calentón te vas al baño, coges un ibuprofeno, te das una ducha y al acabar te metes en tinder o pones una porno. Joder, esto es un puto parque temático donde parece que el miedo no tiene mucha cabida ¿verdad?

Pero resulta que el cuqui ser humano actual, con su smartphone en mano y su aparente victoria sobre el medio, biológicamente apenas ha variado de ese primo lejano que corría descalzo cubierto con pieles. Por eso, cuando un bebé llega a la vida, aunque esté seguro en su cuna de Ikea, con estrellitas proyectadas en la pared de su propia habitación, llora angustiado hasta que llegan sus padres, porque este bebé es exactamente igual que el bebé que nació hace 100.000 o 10.000 años y su instinto, a través del más profundo miedo, le advierte de que es dependiente y de que si está solo, puede venir un depredador y zampárselo.

Creemos que hemos cambiado mucho cuando en realidad lo que hemos hecho es modificar el entorno y nuestra calidad de vida. En nuestro interior somos tan complejos y básicos como en la prehistoria, mamíferos sociales con miedo, rábia, tristeza, amor y alegría.

Hoy en día tenemos un serio problema con el miedo, lo sentimos y sufrimos de igual manera pero no sabemos muy bien qué hacer con él y no es de extrañar, ya que esta sociedad pone muchas facilidades para ser cobarde y evitar el miedo constantemente, ¿te da miedo hablar con ella? envías un whatssap, ¿te asusta el ascensor? subes por la escalera, ¿te aterra salir de casa? haces la compra on-line, etc. y si todo esto desemboca en fobias o crisis de pánico, siempre tendrás a mano una pastilla que alivie los síntomas.

Pero hay un pequeño, casi enano, diminuto, microscópico pero crucial detalle: El miedo sigue ahí y nada de lo que hagas conseguirá que se vaya, todo lo contrario, el miedo funciona de la siguiente manera: cuanto más lo evitas más grande se vuelve. Por eso ser cobarde no es una opción (puede ser una elección respetable, pero no es una opción para la vida, que sigue sin ti) y el único camino sano pasa por el valor ( entendiendo el valor como la capacidad de mirar a los ojos al miedo y no como la ausencia de él).

Si has llegado hasta aquí, que menos que compartir las herramientas que me han resultado útiles para atravesar y entender ( que no vencer, esconder o aniquilar) mis miedos:

  1. Aprende a distinguir el miedo real del que no lo es. ¿no sabes cómo hacerlo? pues haz caso a Odin Dupeyron cuando dice que la terapia es cesta básica para la vida. Pan, huevos, terapia.
  2. Como buena madre, tengo la nevera llena de dibujos de mis hijos, pero el congelador nos pertenece a mi y a mis miedos. Busca un momento tranquilo y visualiza uno de tus miedos, dale forma y dibújalo. Ahora piensa qué cualidad posees que te sirvió para superar algún miedo anterior, dale forma y dibújalo también. Colócalos uno junto al otro en algún lugar visible (lo del congelador es opcional) así entenderás que tienes el miedo y los recursos para transitarlo.
  3. Ríndete, ríndete al miedo, no evites sentirlo, no te anestesies. Es la única manera de que no te paralice y acabes renunciando a lo que tu corazón desea, que es la felicidad y la salud.
  4. Si has seguido lo tres pasos anteriores, llegará el momento de ser valiente. Si algo te da miedo, HAZLO CON MIEDO, pero hazlo si lo deseas porque… y ahí va el último secreto sobre el sr. Miedo: normalmente, miedo es deseo.

 

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